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Son un conjunto de prácticas de oración y reflexión creadas por San Ignacio de Loyola para ayudar a las personas a acercarse a Dios y entender mejor su propósito en la vida. A través de meditaciones sobre la vida de Jesús, el pecado, la misericordia y la resurrección entre otros aspectos, que busca la toma de decisiones con claridad y vivir con más amor y compromiso. Los ejercicios espirituales ignacianos se desarrolla de cinco días, una semana o el mes. En modalidad presencial.
Son espacios de aprendizaje y reflexión que combinan herramientas prácticas y teóricas para el crecimiento personal y comunitario, abordando temas desde perspectivas como la ignaciana, psicológica y psicosocial. Desde la perspectiva ignaciana, se inspiran en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, promoviendo la introspección, el discernimiento y la conexión con Dios para alinear la vida cotidiana. Desde el enfoque psicológico, buscan fortalecer el autoconocimiento, la gestión emocional y las relaciones interpersonales entre otros. En el ámbito psicosocial, fomentan dinámicas grupales que refuerzan la empatía, la comunicación y el trabajo en comunidad, ayudando a las personas a enfrentar desafíos personales y sociales con mayor claridad y compromiso.
Es una práctica de reflexión basada en los principios de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, que invita a leer textos bíblicos y espirituales de manera profunda, imaginativa y personal. En el Centro Loyola de Costa Rica, esta práctica se promueve a través de la venta de diversos libros sobre espiritualidad ignaciana, cuyos ingresos ayudan a sostener las actividades del centro, fortaleciendo su misión de difundir esta tradición.